sábado, 24 de febrero de 2007

UN VISTAZO A BOLIVIA



INSTALACIÓN DE LA ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE

Julio 5 de 2006 Sucre, Bolivia


Por Marcela Isaza G. e Iván Crespi B.



Que hoy Bolivia tenga un presidente indígena respaldado por la gran mayoría de la población y esté viviendo un proceso de cambios estructurales, no se debe a un hecho puntual ni a la aparición de una figura carismática. Lo que ocurre en el país más empobrecido de Sudamérica es producto de un proceso de acumulación.


La historia de Bolivia está marcada por profundas heridas provocadas por guerras, pérdidas de territorios (la salida al mar, gran parte de la Amazonía y el Chaco), dictadores y gobernantes sumisos a directivas internacionales, y saqueo de sus recursos naturales como minerales en el Sur, guano en la costa, caucho en la selva e hidrocarburos en el Oriente. Este proceso de siglos fue sustentado por un etnocentrismo que pretendió aplastar, someter y utilizar a los pueblos indígenas y campesinos del país, quienes eran tenidos en cuenta como mano de obra barata o para las primeras filas en las guerras.


En los años ’70, el dictador Barrientos cerró varias minas en la región de Oruro y Potosí, pretendiendo desmembrar la férrea organización sindical de los trabajadores del subsuelo. Por ello, gran cantidad de mineros migraron al Chapare (valle cochabambino) donde se necesitaban brazos para el floreciente cultivo de la coca. Estos migrantes que encontraron en la planta ancestral una forma de supervivencia, eran apenas el primer eslabón de toda una cadena, destinada a satisfacer la demanda internacional de cocaína. Aunque cambiaron el Altiplano por el valle cálido, trajeron consigo décadas de resistencia y luchas sindicales. Durante todos estos años la política internacional frente a las drogas, impulsada por EE.UU. y la ONU, y reflejada en los gobiernos de turno bolivianos, intensificó la lucha por la erradicación de la coca, primeramente en la región del Chapare y luego en los Yungas. Como respuesta, los cocaleros buscaron reivindicar sus derechos como ciudadanos y resistieron frente a las constantes medidas de represión y deslegitimación. Alrededor de este proceso se comenzó a fortalecer lo que años más tarde sería el Movimiento al Socialismo (MAS), liderado por el cocalero, Evo Morales Ayma.


En el año 2000, la trasnacional Aguas del Tunari en Cochabamba, se pretendió lucrar descaradamente aumentando el servicio público hasta en un 300%. Tal situación desencadenó en la "Guerra del Agua", donde cochabambinos de todos los estratos sociales tomaron las calles durante varios días. De esta forma lograron normalizar los precios y echar a la empresa, la cual estaba totalmente avalada por el Presidente que antes había sido dictador: Hugo Bánzer Suárez (1971-1978 y 1997-2001).


Paralelamente, tanto en la ciudad de El Alto como en las comunidades indígenas y campesinas, se vislumbraba una creciente politización, tomando como eje el reconocimiento de sus derechos como ciudadanos. Bajo la férrea identidad aymara y quechua, construyeron una verdadera ingeniería organizacional, partiendo de asambleas permanentes zonales. De esta forma se estableció una aceitada retroalimentación entre las bases y los líderes, lo que otorgaron gran consistencia a las decisiones consensuadas como marchas, bloqueos de rutas, entre otras.En las elecciones presidenciales de 2002, con la candidatura de Evo Morales, el MAS se constituyó como la segunda fuerza política del país.


En el año 2003 gobernaba Sánchez de Lozada (1993-1997 y 2002-2003), un empresario que nació en Bolivia, pasó el resto de su vida en el Norte, y solo volvía al Sur para ser presidente. Con su impunidad manifiesta pretendió vender el gas a EE.UU a un precio irrisorio, justo en Bolivia, donde sólo el 3% de la población tiene acceso al gas natural y el resto disputa unas cuantas garrafas disponibles. El resultado fue la denominada "Guerra del Gas", con la capital boliviana paralizada desde la ciudad de El Alto, debido a los bloqueos de calles. A pesar de la represión que dejó casi un centenar de muertos, los manifestantes lograron la caída del presidente neoliberal, quien volvió al Norte como refugiado.


Después de ello, el Vicepresidente Carlos Mesa asumió la presidencia de la Nación, quien, con un nuevo discurso, continuó con la política entreguista de su antecesor. Duró 20 meses en el cargo, ya que nuevas manifestaciones por la nacionalización de los recursos naturales y por el llamado a una Asamblea Constituyente, impidieron que continúe en el Poder Ejecutivo.


En las elecciones presidenciales de diciembre de 2005, ganó Evo Morales en primera vuelta con más del 50% de los votos. Por primera vez en la historia del país, triunfó un indígena con un porcentaje sin precedentes. Como una de sus primeras medidas, se estableció por decreto la nacionalización de los hidrocarburos, y se negoció un nuevo precio de venta del gas a Argentina, más favorable para el país. En poco tiempo, el Estado comenzará a recibir el dinero debido a la nacionalización, y destinará esos recursos, en un primer momento, a comunidades campesinas e indígenas para fomentar su desarrollo.


Desde un primer momento, este gobierno se ha relacionado estrechamente con los de Cuba y Venezuela. Los tres países han firmado el Tratado de Comercio entre los Pueblos –TCP- y su compromiso con la Alternativa Bolivariana para las Américas –ALBA-. Cuba ha enviado miles de médicos y docentes que ya se encuentran curando y alfabetizando en las zonas más inhóspitas del país. En tanto que Petróleos de Venezuela –PDVSA- está operando en el territorio nacional, destinando recursos para políticas sociales y culturales.


En estos días se ha lanzado otra de las medidas que ha generado discusión: la Reforma Agraria proclamando Tierra, Justicia y Libertad. Esta consta de cinco ejes: Plan de distribución de tierras (fiscales, improductivas y adquiridas ilegalmente); Mecanización y apoyo al pequeño y mediano productor; Acceso a créditos y mercados (TCP); Bolivia, país ecológico con soberanía alimentaria; Industrialización de los productos agropecuarios. Además, por primera vez en Bolivia, las mujeres reciben títulos de propiedad con su nombre.


Desde la asunción del nuevo gobierno, la realización de una Asamblea Constituyente es prioritaria. Por ello, en junio de este año, se llevó a cabo la elección de los constituyentes, donde el MAS nuevamente triunfó con un amplio porcentaje (aunque no alcanzó los dos tercios necesarios para la mayoría absoluta). En los mismos escrutinios se realizó el referendo sobre las Autonomías Departamentales, exigida por la oligarquía de Santa Cruz. En los resultados nacionales ganó el NO a las Autonomías. Si tenemos en cuenta los resultados zonales, 4 de 9 departamentos votaron por el SI (Santa Cruz, Pando, Beni y Tarija), y es justamente allí donde se concentran empresarios, hacendados, comerciantes y políticos que temen perder sus tierras y privilegios. Asimismo, rechazan el centralismo paceño, y exigen que las regalías del gas y del petróleo se queden en las prefecturas departamentales, para poder seguir con sus negociados. De esta forma pretenden profundizar una Bolivia rica y otra pobre, sin tener en cuenta que el país dependió, durante muchos años, de las riquezas extraídas de los ahora empobrecidos Oruro y Potosí, principalmente.


Es importante tener en cuenta que a los días de conocerse los resultados de dicho escrutinio, el Presidente Bush invitó a los prefectos favorables al SI, para que se reúnan con él y hablar sobre la importancia de las Autonomías Departamentales. Poco tiempo después, el Vicepresidente en ejercicio, Álvaro García Linera, solicitó una audiencia con los altos mandos de la Casa Blanca, la cual le fue negada. Estos hechos hablan mucho de la intromisión norteamericana en los asuntos internos del país, para desestabilizar el actual gobierno nacional.


El controvertido tema de las Autonomías Departamentales, junto con los de Salud, Educación, Infraestructura, Recursos Naturales, entre otros, se debatirán en la Asamblea Constituyente que comienza este 6 de agosto en la capital administrativa del país, Sucre. La disputa de dicho encuentro estará marcada entre cambios estructurales y reformas leves de la Constitución Nacional, que responden a las tendencias de la Izquierda y la Derecha, respectivamente.


Actualmente se siente en Bolivia un fuerte apoyo a la gestión de Evo, pero este respaldo estará permanentemente vigilado por aquellos que permitieron su ascenso al poder (movimientos sociales, indígenas, campesinos, sindicales, estudiantiles, intelectuales). Como ya lo han advertido, ellos custodiarán que el gobierno cumpla con los mandatos consensuados desde las bases, fundamentalmente el de construir una Bolivia incluyente, soberana, multicultural y pluriétnica.

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